Presentamos al fotógrafo Andrey Zharov y sus poderosos, casi invencibles, aunque sensibles e introspectivos retratos.
Zharov no es conocido en todo el mundo. Tampoco disfruta del dulce regusto de la fama. Es un fotógrafo de San Petersburgo al que probablemente ni siquiera le interesan las revistas de lujo y los editoriales de alto nivel. Pero es el ejemplo perfecto de cuán poderosa puede ser una sola imagen, cuán intemporal, si en su forma más pura, el retrato de un ser humano, no necesariamente sonriente, que sólo mira fijamente al objetivo un momento en el tiempo. Y cada arruga capturada, cada boca sellada parece un grito a lo largo de la eternidad, un grito que sin embargo cuenta la preciosa historia de un completo desconocido, al que nunca se llegará a conocer. Qué inspirador e invaluable es eso… Su inspiración es naturalmente la gente que conoce en el camino, todos los días.
Él, por supuesto, define su figura en el proceso creativo como un vínculo entre lo que ve y lo que el espectador percibe, por lo que su preocupación es la verdad que saca de las personas a las que dispara, dejando que las emociones pasen a través de su propia creencia personal.
Su forma de fotografiar implica hacer un zoom en los rasgos de su sujeto, de modo que el espectador pueda tener una verdadera sensación de quién es el que está mirando. Sí, sus imágenes cautivadoras son casi latidos impresos del alma humana. O lo más cercano que hay a ella, al menos. Pulgares arriba, amigo, dondequiera que estés. Sigue inspirándonos, con cada clic, un poco más.